ENSAYO - La Obedencia
La obediencia es un proceso psicológico y social mediante el cual un individuo actúa de acuerdo con una orden o directriz dada por una figura de autoridad. Este fenómeno ha sido ampliamente estudiado en la psicología social, especialmente a partir de los estudios pioneros de Stanley Milgram en la década de 1960, los cuales revelaron la sorprendente facilidad con la que las personas pueden obedecer órdenes incluso cuando estas van en contra de su conciencia moral.
Desde una perspectiva psicológica, la obediencia cumple una función adaptativa. En contextos sociales complejos, seguir instrucciones facilita la organización, la coordinación de tareas y la seguridad colectiva. Por ejemplo, obedecer normas de tránsito o indicaciones médicas puede tener consecuencias positivas para el individuo y la comunidad. Sin embargo, esta misma tendencia puede derivar en actos problemáticos cuando la autoridad ejerce poder de forma abusiva o deshumanizante.
Milgram diseñó un experimento en el que personas comunes eran inducidas a aplicar descargas eléctricas a un supuesto participante que cometía errores en una tarea. A pesar de los gritos de dolor simulados por el actor, la mayoría de los participantes obedecieron las órdenes del experimentador, llegando a administrar niveles peligrosos de voltaje. El hallazgo central fue que la obediencia no dependía de la maldad intrínseca del sujeto, sino del contexto y del poder de la autoridad percibida.
Este experimento cuestionó la idea de que solo individuos crueles o con rasgos psicopáticos son capaces de realizar actos violentos bajo órdenes. Al contrario, reveló que muchas personas comunes, bajo ciertas condiciones, pueden suspender su juicio ético cuando sienten que la responsabilidad recae sobre la figura de autoridad. Esta “difusión de responsabilidad” es clave en los procesos de obediencia ciega.
La obediencia también se ve influenciada por factores situacionales. Entre ellos destacan: la legitimidad de la autoridad, la cercanía física del superior, la distancia con la víctima y la presión del grupo. Cuando la autoridad se percibe como legítima (por ejemplo, un médico, un profesor, un superior militar), las órdenes son menos cuestionadas. Además, si la víctima está lejos o no se ve directamente el daño causado, es más probable que la persona obedezca sin dudar.
En contextos más cotidianos, la obediencia puede observarse en diversos espacios: la escuela, el trabajo, la familia, e incluso en redes sociales donde ciertas figuras influyentes dictan comportamientos. En algunos casos, esta obediencia se da de forma automática, sin reflexión crítica, lo que puede conducir a prácticas discriminatorias, injustas o perjudiciales.
Es importante distinguir entre obediencia funcional y obediencia acrítica. La primera permite el funcionamiento armónico de las instituciones y el cumplimiento de normas éticas y legales; la segunda, en cambio, anula la capacidad de juicio y puede facilitar la ejecución de actos inhumanos. En la historia, muchos regímenes autoritarios han utilizado la obediencia como arma para justificar genocidios, represión o violaciones de derechos humanos.
Desde la psicología social crítica, se plantea que es necesario fomentar la desobediencia civil responsable frente a órdenes injustas o ilegítimas. La educación en valores, el pensamiento crítico y el empoderamiento ciudadano son herramientas fundamentales para resistir la obediencia ciega. Esto no implica fomentar el caos, sino promover una actitud reflexiva ante las jerarquías de poder.
En conclusión, la obediencia es un fenómeno complejo que no puede entenderse solo desde el individuo, sino desde las dinámicas de autoridad, contexto social y cultura. Reconocer sus mecanismos permite no solo prevenir abusos de poder, sino también fortalecer la autonomía moral y la responsabilidad ética. En tiempos donde las figuras de autoridad proliferan en todos los ámbitos —desde el Estado hasta las redes sociales— resulta urgente preguntarnos: ¿a quién obedecemos, por qué, y con qué consecuencias?
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