ENSAYO: El cerebro, el teatro del mundo - Rafael Yuste

Introducción

Cuando pensamos en el cerebro, muchas veces lo imaginamos como una especie de computadora que controla nuestros pensamientos y movimientos. Sin embargo, Yuste nos propone una forma distinta y muy interesante de entenderlo. Según él, el cerebro no solo recibe información del mundo que nos rodea, sino que también construye una especie de “teatro mental” en el que vivimos. Este modelo del mundo interno nos ayuda a predecir lo que va a pasar y a tomar decisiones

Desarrollo

Yuste comienza su explicación hablando de cómo tradicionalmente se entendía el cerebro: como una “tabla de reflejos”. Esto quiere decir que el cerebro funcionaba básicamente como una máquina que reaccionaba automáticamente a los estímulos. Esta idea fue muy influyente gracias a científicos como Ramón y Cajal, quienes demostraron que las neuronas eran unidades individuales conectadas por sinapsis. Esta “doctrina neuronal” fue durante muchos años la base de la neurociencia moderna.

Sin embargo, Yuste plantea que esta teoría se quedó corta al explicar ciertos fenómenos del cerebro, como la actividad espontánea. Es decir, se ha observado que el cerebro puede generar actividad incluso sin recibir estímulos externos. Esto lo demuestra con experimentos realizados por científicos como Graham Brown y Lorente de Nó, quienes hablaron de “redes neuronales” que se activan entre sí y forman bucles. Así nace la idea de que el cerebro no trabaja con neuronas aisladas, sino con conjuntos o grupos de neuronas que funcionan juntos como una unidad. Esta idea da pie a un cambio de paradigma en la neurociencia.

Con estas redes neuronales, el cerebro es capaz de generar representaciones internas del mundo, lo que Yuste llama el “teatro del mundo”. Este modelo es como una realidad virtual que el cerebro construye usando información pasada y presente. Nos permite anticipar lo que puede suceder y escoger qué hacer. Por ejemplo, si vamos caminando por la calle y escuchamos el sonido de un auto acercándose, nuestro cerebro ya está calculando la probabilidad de que tengamos que movernos para no ser atropellados. No esperamos a que el auto esté encima nuestro; actuamos antes gracias a esta capacidad de predicción.

Además, Yuste explica que esta función del cerebro tiene un origen evolutivo. Los primeros animales sin sistema nervioso se comunicaban lentamente a través de señales químicas. Pero cuando los organismos empezaron a moverse y a volverse más complejos, necesitaron un sistema más rápido y eficiente. Así nacieron las neuronas, y con ellas, el sistema nervioso. Por eso, el movimiento y la necesidad de anticipar lo que viene están en el centro de esta teoría. No se trata solo de reaccionar, sino de imaginar lo que puede pasar para sobrevivir.

Una parte muy interesante del libro es cuando Yuste relaciona esta teoría con ideas filosóficas. Por ejemplo, menciona a Kant, quien decía que no conocemos el mundo tal como es, sino como lo percibimos a través de nuestras estructuras mentales. Es decir, ya desde hace siglos se sospechaba que nuestra mente no refleja la realidad directamente, sino que la interpreta. Yuste retoma esta idea y la apoya con datos de la neurociencia actual, mostrándonos que el cerebro efectivamente construye una versión del mundo dentro de nosotros.

Este modelo interno también incluye una representación de nosotros mismos. Esto es lo que permitiría la conciencia: saber que existimos y que estamos dentro de ese mundo. Esta capacidad no sería exclusiva del ser humano, sino que podría estar presente en cualquier animal con sistema nervioso. Al final, esta habilidad de modelar el mundo y predecir lo que viene es, para Yuste, el origen mismo de la inteligencia.

La metáfora del teatro es muy poderosa porque nos hace pensar que lo que percibimos no es la realidad “real”, sino una puesta en escena organizada por nuestro cerebro. Esto no significa que vivamos en una ilusión, sino que nuestra mente actúa como una especie de director que decide cómo interpretar la información y qué escena mostrar. Y como en todo teatro, hay momentos en los que se cuela un error, como en los sueños, las alucinaciones o ciertos trastornos mentales. En esos casos, el modelo interno se aleja demasiado del mundo real.

Conclusión

El libro nos invita a cambiar la forma en que entendemos nuestro propio pensamiento. Más que un simple receptor de información, el cerebro es una herramienta compleja que crea modelos internos para ayudarnos a sobrevivir. Rafael Yuste utiliza un lenguaje cercano y ejemplos claros para explicar cómo la neurociencia actual está descubriendo que la mente es mucho más activa de lo que creíamos. Para los que recién estamos empezando a estudiar estos temas, este libro es una forma muy buena de introducirnos en un mundo fascinante donde ciencia, evolución y filosofía se encuentran. La idea de que llevamos dentro un teatro del mundo nos hace pensar que la realidad que vivimos no está fuera de nosotros, sino dentro de nuestro propio cerebro.


Comentarios

  1. Referencia:
    Yuste, R. (2023). El cerebro, el teatro del mundo. Editorial Planeta.

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