ENSAYO: Necropolítica
Introducción
En el contexto
contemporáneo, los mecanismos de poder y control sobre la vida han sido objeto
de un análisis cada vez más agudo por parte de pensadores críticos que
cuestionan las estructuras políticas tradicionales. Uno de los aportes más
provocadores y relevantes en esta línea de pensamiento es el de Achille Mbembe,
filósofo e historiador camerunés, quien en su obra Necropolítica (2006) propone
una radical revisión del concepto de soberanía, centrada en la capacidad del
Estado —y de otros actores— de decidir sobre la vida y, especialmente, sobre la
muerte. Inspirado en la biopolítica de Michel Foucault, Mbembe lleva más allá
esta noción, introduciendo el concepto de “necropolítica” para referirse a los
modos mediante los cuales el poder define quién debe vivir y quién debe morir,
y bajo qué condiciones.
Este ensayo se propone
analizar los postulados centrales de Necropolítica, examinar el contexto
histórico y social que le da sustento, y reflexionar sobre su vigencia en el
mundo actual. A través de esta obra, Mbembe no solo denuncia las formas
contemporáneas de dominación, especialmente aquellas vinculadas al
colonialismo, el racismo y el neoliberalismo, sino que también nos ofrece
herramientas teóricas para repensar las formas en que el poder opera en
nuestras sociedades globalizadas.
Desarrollo
Achille Mbembe parte del
concepto de biopolítica desarrollado por Michel Foucault, el cual hace
referencia al modo en que el poder moderno gestiona la vida de las poblaciones
a través de mecanismos de control, vigilancia y regulación. Sin embargo, Mbembe
advierte que esta perspectiva no es suficiente para explicar ciertos contextos
históricos y geopolíticos, particularmente aquellos marcados por el
colonialismo, la esclavitud o la guerra. Es allí donde introduce la noción de
necropolítica, entendida como el poder de dictar quién puede ser expuesto a la
muerte, quién puede ser abandonado, y en qué condiciones la vida misma se
convierte en una forma de muerte lenta o simbólica.
La necropolítica, en este
sentido, implica una forma extrema de soberanía, donde el poder no solo regula
la vida, sino que también se apropia del derecho de matar o dejar morir. En las
sociedades contemporáneas, esto se manifiesta en situaciones como los campos de
refugiados, las zonas de guerra, las cárceles, y otras formas de segregación
estructural, donde ciertos cuerpos —especialmente los racializados,
empobrecidos o migrantes— son considerados prescindibles o incluso amenazantes.
Uno de los aportes más
importantes de Mbembe es su análisis del cuerpo como lugar de inscripción del
poder necropolítico. A diferencia de la noción liberal del cuerpo como
propiedad individual e inviolable, Mbembe señala que en muchos contextos
históricos, especialmente en el colonialismo y la esclavitud, los cuerpos han
sido despojados de agencia y convertidos en objetos de uso, tortura y
eliminación. Esta violencia no solo es física, sino también simbólica y
epistemológica: se niega al otro su humanidad y se le reduce a un estado de
“vida-muerte”.
El ejemplo de Palestina,
ampliamente desarrollado por el autor, ilustra cómo el espacio y el cuerpo se
convierten en blancos de una política de control absoluto. Los checkpoints, los
bombardeos selectivos, las restricciones de movimiento, y la constante amenaza
de violencia son formas de necropolítica que regulan no solo la muerte, sino
también las condiciones mínimas de existencia. En este escenario, la vida se
torna insostenible, precaria y constantemente expuesta a la destrucción.
La obra de Mbembe también
destaca por su crítica al legado colonial, el cual considera como un
laboratorio histórico de la necropolítica. Durante el colonialismo, las
poblaciones colonizadas fueron clasificadas como inferiores, irracionales o
peligrosas, justificando así su sometimiento, explotación y exterminio. Este
patrón se replica, según Mbembe, en las actuales formas de racismo estructural
y violencia estatal, donde ciertas poblaciones —particularmente las negras,
indígenas y migrantes— son objeto de políticas que las marginan, criminalizan
y, en muchos casos, eliminan.
En este marco, la
necropolítica no es una excepción, sino una lógica sistemática que atraviesa
las estructuras sociales y políticas. El racismo, entendido como tecnología de
gobierno, permite identificar a los cuerpos matables, justificar su exclusión,
y naturalizar su sufrimiento. Así, la muerte deja de ser un evento
extraordinario y se convierte en parte constitutiva de la vida cotidiana de
millones de personas en el mundo.
El análisis de Mbembe
adquiere especial relevancia al observar fenómenos actuales como la
militarización de las fronteras, la proliferación de cárceles privadas, el
abandono estatal en comunidades empobrecidas, o la gestión diferencial de
pandemias y desastres naturales. En todos estos casos, el poder opera
seleccionando quién merece protección y quién no, quién tiene acceso a recursos
vitales y quién queda relegado a la desposesión.
El capitalismo
neoliberal, en alianza con formas autoritarias de gobierno, ha exacerbado esta
lógica. Bajo la apariencia de libertad y meritocracia, se esconde una profunda
violencia estructural que deja a vastos sectores sociales en condiciones de
muerte social. Las vidas precarizadas, racializadas o disidentes son reguladas
por un régimen que, aunque formalmente democrático, reproduce esquemas
coloniales de dominación.
No obstante, Mbembe
también reconoce la posibilidad de resistencia y subversión frente a la
necropolítica. A pesar de la brutalidad del poder, los cuerpos no son pasivos.
En los márgenes, en las zonas de muerte, surgen formas de agencia, solidaridad
y vida colectiva que desafían el orden establecido. Las luchas por la justicia
racial, los movimientos de migrantes, las revueltas en los suburbios, entre
otros, son expresiones de una política de la vida que se niega a ser reducida
al silencio o a la desaparición.
En este sentido, Necropolítica
no solo es una denuncia, sino también una invitación a repensar la política
desde el reconocimiento de la vulnerabilidad compartida y la interdependencia
de los cuerpos. La verdadera democracia, sugiere Mbembe, debería empezar por
garantizar que ninguna vida sea tratada como desechable.
Conclusión
Necropolítica, de Achille
Mbembe, constituye una obra fundamental para comprender las formas actuales del
poder y sus implicaciones éticas, sociales y políticas. A través de un análisis
riguroso y comprometido, el autor nos muestra cómo la soberanía contemporánea
se ejerce muchas veces no para proteger la vida, sino para gestionar la muerte.
En este marco, las desigualdades históricas, el racismo y el neoliberalismo se
conjugan para producir cuerpos descartables, vidas indignas y territorios
condenados a la violencia.
Sin embargo, la obra
también abre un horizonte de esperanza: en medio del dolor y la opresión,
persiste la capacidad de los cuerpos para resistir, imaginar y crear nuevas
formas de vida común. En un mundo marcado por múltiples crisis —sanitarias,
ecológicas, económicas y sociales—, la propuesta de Mbembe resulta más urgente
que nunca: repensar la política desde el cuidado, la equidad y la dignidad de
todos los seres humanos.
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